
nos regalamos una última mirada,
no hubo signos en la cadena helada
cuando fue rota, cuando desatados descendimos.
Y aquí descansamos juntos, eternamente, lado a lado;
nuestro hogar fijado de por vida sobre el mármol.
Dos islas que los rugientes océanos
ya no podrán separar.
Mary E. Coleridge
No hay comentarios:
Publicar un comentario