Entradas de escritores consagrados importadas desde lasletrasylasangre.blogspot.com a partir del 18 de Febrero de 2013. En tanto mis delirios literarios seguirán allí.

sábado, 22 de junio de 2013

Poemas de ensueño: "Sucio, malvestido" de Roberto Bolaño




En el camino de los perros mi alma encontró 
a mi corazón. Destrozado, pero vivo, 
sucio, mal vestido y lleno de amor. 
En el camino de los perros, allí donde no quiere ir nadie. 
Un camino que sólo recorren los poetas 
cuando ya no les queda nada por hacer. 
¡Pero yo tenía tantas cosas que hacer todavía! 
Y sin embargo allí estaba: haciéndome matar 
por las hormigas rojas y también 
por las hormigas negras, recorriendo las aldeas 
vacías: el espanto que se elevaba 
hasta tocar las estrellas. 
Un chileno educado en México lo puede soportar todo, 
pensaba, pero no era verdad. 
Por las noches mi corazón lloraba. El río del ser, decían 
unos labios afiebrados que luego descubrí eran los míos, 
el río del ser, el río del ser, el éxtasis 
que se pliega en la ribera de estas aldeas abandonadas. 
Sumulistas y teólogos, adivinadores 
y salteadores de caminos emergieron 
como realidades acuáticas en medio de una realidad metálica. 
Sólo la fiebre y la poesía provocan visiones. 
Sólo el amor y la memoria. 
No estos caminos ni estas llanuras.
No estos laberintos.
Hasta que por fin mi alma encontró a mi corazón.
Estaba enfermo, es cierto, pero estaba vivo. 


                                                                     Roberto Bolaño

sábado, 1 de junio de 2013

Poemas de ensueño: "El niño de la noche" de Miguel Hernández


    Riéndose, burlándose con claridad del día,
    se hundió en la noche el niño que quise ser dos veces.
    No quise más la luz. ¿Para qué? No saldría
    más de aquellos silencios y aquellas lobregueces.

    Quise ser ... ¿Para qué? ... Quise llegar gozoso
    al centro de la esfera de todo lo que existe.
    Quise llevar la risa como lo más hermoso.
    He muerto sonriendo serenamente triste.

    Niño dos veces niño: tres veces venidero.
    Vuelve a rodar por ese mundo opaco del vientre.
    Atrás, amor. Atrás, niño, porque no quiero
    salir donde la luz su gran tristeza encuentre.

    Regreso al aire plástico que alentó mi inconsciencia.
    Vuelvo a rodar, consciente del sueño que me cubre.
    En una sensitiva sombra de transparencia,
    en un íntimo espacio rodar de octubre a octubre.

    Vientre: carne central de todo lo existente.
    Bóveda eternamente si azul, si roja, oscura.
    Noche final en cuya profundidad se siente
    la voz de las raíces y el soplo de la altura.

    Bajo tu piel avanzo, y es sangre la distancia.
    Mi cuerpo en una densa constelación gravita.
    El universo agolpa su errante resonancia
    allí, donde la historia del hombre ha sido escrita.

    Mirar, y ver en torno la soledad, el monte,
    el mar, por la ventana de un corazón entero
    que ayer se acongojaba de no ser horizonte
    abierto a un mundo menos mudable y pasajero.

    Acumular la piedra y el niño para nada:
    para vivir sin alas y oscuramente un día.
    Pirámide de sal temible y limitada,
    sin fuego ni frescura. No. Vuelve, vida mía.

    Mas, algo me ha empujado desesperadamente.
    Caigo en la madrugada del tiempo, del pasado.
    Me arrojan de la noche. Y ante la luz hiriente
    vuelvo a llorar, desnudo como siempre he llorado.